lunes, 16 de febrero de 2015

"Not my fucking tempo"

La vida de un músico profesional es dura, compleja, diferente a la de los demás, ya que tu vida ha de adaptarse a la música y no al revés. La música es como un tren a toda velocidad al que debes auparte lo más rápido que puedas, con la mejor elegancia, afinación, sin dañarte en el camino y parecer que no te ha costado ni el más mínimo esfuerzo. 
La vocación, el don, el duende, el arte innato es un porcentaje muy bajo en la vida de un verdadero músico, todo es trabajo, horas, esfuerzo y reclusión.

Y todo esto nos lo enseña a la perfección Whiplash. Andrew (Miles Teller) es un joven batería que sueña con ser el nuevo Chuck Berry. La suerte parece haberse puesto de su lado cuando el temible Terence Fletcher lo escucha ensayar y lo "invita" a uno de sus ensayos perfectos. La vida le sonríe, pero Fletcher se encargará desde el minuto 1 de enseñarle a Andrew que no se puede ser el mejor sin sacar lo mejor de uno mismo.

Los premios avalan la actuación de J.K.Simmons, pero yo creo que no hay premio en el mundo que refleje, verdaderamente, lo que Simmons hace en Whiplash. Con alguna de sus salidas de tono llegas a reírte, pero la mayor parte del tiempo te crea un tensión y una angustia tal, que cuando quieres darte cuenta tu corazón va al ritmo de los platillos y lo que más te preocupa es que no va acompasado con la música, tu corazón no late al tempo que Simmons pide.
Sin embargo, me amarga profundamente que Teller, protagonista al fin y al cabo del film, ni siquiera fuese considerado para los Globos de Oro (es el propio Teller quien toca en la película). Conocí a este actor en ese remake diabólico de Footlose y os puedo asegurar que solo prestaba atención en sus escenas. Tiene algo en su cara, en las facciones cuando interpreta que provoca que quieras seguir mirándolo. Una tremenda pena que se hayan olvidado de él. 

¿Por qué recomiendo Whiplash?: Los motivos son muchos y variados, pero supongo que porque es magnífica. Realista; al fin y al cabo, esperas una relación épica entre entrenador y alumno, de esas almibaradas que tanto redundan en las pelis de Hollywood que terminan con un agradecimiento del alumno a su mentor con lágrimas en los ojos. Whiplash te enseña que, a veces, para llegar hasta donde quieres has de pisar, arrollar y luchar e imponerte a cuantos insolentes se crean con capacidad para aplastarte. 

La mejor escena: cuando creía que la mano ensangrentada de Andrew introduciéndose en una jarra llena de hielo era mi escena favorita, vino una mejor y después otra, así hasta llegar a un colofón final que te eriza la piel. 

Whiplash significa "latigazo" en inglés (pura sonoridad este idioma) y las escenas de la película dejan esa sensación: un frío y cortante golpe que deja paso a una sensación de calor abrasador que no te abandona jamás. 


Aquí os dejo las críticas de mis compañeros:






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